martes, 2 de junio de 2009

El Otro Lado. Parte 2.

Tal vez hubieran pasado más de dos años. O sólo tres horas. A lo mejor una semana o cuatro días, tres meses, cuarenta y cinco semanas, no lo sé. Pero el tiempo, cuando una está inconsciente se pasa de una forma tan subjetiva, que aunque te lo digan mil veces, no sabes si de verdad ése fuel el día en que te despertaste por primera vez luego de estar medio muerta durante menos de una semana.
Bueno, eso fue lo que Dana me dijo cuando abrí los ojos en el hospital de Baltic. Me dolía todo el cuerpo, la cabeza me hacía tilín-tilín cada vez que trataba de levantarla y mis piernas eran pedazos de masa que apenas se movían. No tenía fuerza ni para respirar y por otro lado me encontraba llena de cables, agujas y aparatos por doquier.
Traté de recordar lo último que me había pasado antes de llegar a esta situación, pero mi cabeza me dolía mucho por lo que dejé de forzarla y me sumí en el letargo de las drogas que el doctor me administró para que no me moviera tanto.
Me desperté dos días después, según lo que Dana me dijo, y ahora me fijé en que estaba aislada, dentro de una cúpula de plástico y con la mascarilla de oxígeno la cual me molestaba para moverme. La enfermera debió darse cuenta de que me había despertado pues al cabo de unos minutos volví a sumirme en el sueño.
Cuando abrí los ojos nuevamente, habían pasado 27 horas –según Dana –y ya no volvieron a administrarme mas somníferos para caer medio muerta en la cama. Ya no me encontraba en la cúpula que había visto días atrás y no tenía la mascarilla de oxígeno que tanto me molestaba aunque la sentía debido a que había pasado más de una semana con ella… eso fue lo que Dana me dijo.
Abrí los ojos encontrándome con ella a mi lado, sonriéndome como nunca en su vida lo había hecho. Quise preguntarle qué era lo que había pasado, pero no pude. Una sombra cruzó por su semblante y se levantó sin decir nada. Salió de la habitación y al segundo entró junto con Sonny.
Mi amigo se sentó en donde Dana lo había hecho antes y me tomó el pulso. Me miró las pupilas y la boca. Yo apenas y pude protestar, era como si mi cuerpo pesara miles de toneladas que ni siquiera mis músculos pudieran moverlos. Me tocó mi ombligo provocándome escalofríos y examinó mi cabello. Cuando hubo terminado se quedó mirándome con expresión dolorida que me cayó como balde de agua fría.
Algo no andaba bien conmigo, algo estaba mal y él tenía la obligación de decírmelo, pero le costaba un montón hacerlo. Quise decirle que todo estaba bien, tranquilizarlo y sonreírle para darle ánimos, pero no podía. Sonny se dio cuenta de que me esforzaba por hablar y me puso un dedo en los labios.
-No, Yal. No te esfuerces –me dijo.
¿Porqué? Quise saber y creo que mis ojos se lo estaban gritando porque me respondió con voz grave:
-No puedes.
¿Ah? ¿Qué quería decir con que no podía hablar? Me envaré tensando los músculos de mi brazo. Sonny los miró e hizo una mueca.
-No es eso, Yal –se apresuró a decir Dana –Es que todavía no puedes hablar.
Suspiré un poco aliviada, pero no tanto como para quedarme tranquila. Sonny lo advirtió y le pidió a Dana que saliera de la habitación para poder hablar a solas conmigo.
-Acaba de despertarse, Sonny, no le digas nada que la altere.
-Vete Dana –le volvió a pedir su hermano.
Dana bufó enojada y salió con aire ofendido. Quise enderezarme para quedar más o menos a la misma altura de él, pero los músculos no me respondieron.
-Creo que no podrás moverte muy bien, por ahora, claro –añadió al ver mi cara de terror. –A ver Yal. Esto no es fácil.
Pues para mí tampoco lo es, quise decirle. Sonny me tomó una mano y su caricia se me antojó muy rara, como si viniese de un extraño.
-¿Recuerdas lo que te pasó? Sólo cierras los ojos si la respuesta es sí, si no mantenlos abiertos.
Mantuve los ojos abiertos porque las imágenes eran muy confusas y un tanto borrosas.
-¿Sabes quien soy yo? –cerré los ojos. –Bien. ¿Sabes quien era la chica de recién? –volví a cerrarlos. Sonny asintió. –Veo que sólo te olvidaste de lo último.
Me quedé mirándolo tratando yo sola de recordar qué era lo que había pasado, pero me dolía la cabeza si me esforzaba. No pude contener una mueca de dolor. Sonny se apresuró a acercarse a mí.
-¿Estás bien?
Cerré los ojos tratando de tranquilizarme. Dejaría que Sonny me contara lo que había sucedido y así no lo preocuparía más de la cuenta. Mi amigo volvió a su posición y suspiró.
-Es tan complicado, Yal.
Anda, dímelo de una vez, Sonny.
-Estuviste bajo una fuerte radiación. El elemento S se descontroló con algo, que aún investigamos, y tu cuerpo sufrió una fuerte descarga de electricidad. Las cámaras muestran que el elemento, luego de crecer seis veces su tamaño generó oleadas de calor que hicieron que las vigas del cubículo en donde se encontraba, cedieran al derretirse. Los vidrios de todo el pasillo se rompieron y se quemó todo el lado sur del departamento de radioactividad.
¿Quemada? Me miré la mano pero no la noté con signos de algo. Sonny debió de notarlo porque rápidamente se apresuró a decirme:
-Recuerda que no estabas sola.
Una imagen muy nítida, entonces, se apareció en mi mente y me quedé helada. Una persona protegiéndome de lo que fuera que estuviera pasando, una persona que juraba que no dejaría que me pasara nada. Una persona que me tapó con su cuerpo. Una persona a la que yo…
Apenas y pude decirlo.
-Mi… ¡Mike!
Sonny puso ambas manos sobre mis hombros obligando a que me recostara nuevamente. No opuse resistencia. Tenía ganas de llorar y me dolía el pecho. Un pito me molestaba en los oídos, pero eso era lo de menos. Claro que recordaba lo que había pasado. Yo tenía la culpa de todo, yo era la única responsable de lo que podía haber pasado, yo, Ilim Yaladaki, nadie más que mi persona. Cerré los ojos para que las lágrimas no me mojaran la cara ya que no podría secármelas por mi cuenta y no quería que Sonny hiciera ese trabajo también. El pecho se me oprimía y hacía que mi respiración fuera anormal. Mi amigo se apresuró a ponerme una mascarilla que no puedo evitar.
¿Qué había hecho? ¿Qué clase de persona era? ¿Cuál era el tamaño de los daños que había provocado? Sonny no pudo contestarme todas estas preguntas, porque luego de respirar seis veces, caí en un profundo sueño.

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