Fueron los días más extraños en toda mi existencia, los que viví esos días. Tener que levantarme cada mañana, escribir mis expectativas acerca de lo que creía, sucedería ese día en el laboratorio en esa rara bitácora que Lam me había dado, y en la que, lamentablemente y muy a mi pesar, Mike también podía escribir. Cada día descubríamos cosas nuevas, reacciones diferentes y moléculas que no sabíamos que podían coexistir se alineaban hasta formar una combinación tan asombrosa como lo era mi elemento y millones de iones.
Aún no creía que mi elemento fuera capaz de tanto, tanto así que tuve que verlo con mis propios ojos. Y era cierto. Mi elemento podía generar una energía tan fuerte y nutritiva como el sol lo hacía. Estaba feliz. Y aunque ese tal Mike me recordara que no todo el crédito era para mi, a mi no me importaba, pues la fuente principal de todo esto, era algo que yo había descubierto y de lo que Mike se había colgado para parecer importante donde no lo era.
A pesar de estar todos los días juntos, con los ojos puestos en decenas de telescopios y ayudándonos en lo que el otro necesitara, tuve que armarme de valor para enfrentarlo, aun lo hago. No es fácil trabaja con alguien a quien odias y menos cuando te hace sentir peor a cada momento. No sacaba nada con preguntarle qué tenía en mi contra, pues lo había hecho muchas veces apenas lo conocí, y era siempre lo mismo. Me decía:
-No sé de qué hablas, pequeña Ilim.
Y se retiraba con una reverencia y sonriendo. Pero yo sabía que no me quería decir, que había algo, no entendía qué podía ser, pero algo tenía que pasarle a él, para que me odiara tanto.
Me desperté la primera mañana y apenas me hube bañado escribí algo en la bitácora. Fue muy corto:
No tengo la más mínima idea de lo que debo esperar de esta investigación. Sólo sé que va a ser la más excitante de todas y también la que voy a querer olvidar solo por el hecho de tener tamaño simio a mi lado.
Esperaba que Mike lo leyera, pero cuando le pasé la bitácora sonrió y se puso a garabatear alguna que otra cosa que yo no leí… hasta tiempo después. Me puse la bata y pedí que me mostraran exactamente lo que mi elemento hacía al fusionarse con los iones. Creo que estuve medio día tratando de comprender que eso que veía era un pequeño sol que podía tener en mis manos. Claro que estaba dentro de una cúpula muy resguardada de nosotros pues aun no sabíamos el grado de radiactividad que ese “sol” tenía y qué, daño podía causarle a las personas.
Dana era una experta en la materia y estaba segura de que el Nobel iba a ser del DELUB. Aseguraba a cada momento que nadie tenía esto en el mundo y que éramos privilegiados al contar con tamaño proyecto. Me sentí abrumada por sus palabras. Era cierto que teníamos “EL” proyecto en nuestras manos, pero yo tenía algo en mí que me decía que no debía alardear antes de tiempo. Veía cómo caminaban los demás y si no era con una sonrisa, con mucha excitación en sus rostros, lo que me preocupaba. Quise contarle mis miedos y dudas a Sonny, pero desde el día en que supe lo que ocurría en el DELUB y que él me dijera que yo le gustaba, Sonny pasaba a mi lado como una fantasma y apenas me saludaba. No hay porqué decir que Mike se reía cuando yo me acercaba a Sonny y él de repente cambiaba de dirección. En esos momentos se acercaba a mí y me susurraba que era lindo ver cómo era rechazada de esa forma por el mejor aliado que tenía. Trataba de no echar humos por las orejas y de no propinarle un golpe en la cara, lo miraba con odio y me alejaba a mi mesa para seguir trabajando.
No entendía para nada el comportamiento de Sonny, primero me decía que luego hablaríamos, que no me preocupara, pero cuando quiero hablar con él se va, como si nada, y el nudo en mi garganta se hace más notorio y apenas puedo contestar a las preguntas que mis ayudantes me hacen acerca del proyecto, que por cierto se llama “proyecto S”, algo tan original que obviamente se le ocurrió al cerebro de mula de Mike.
El proyecto en sí, consistía en determinar la radioactividad exacta de lo que la fusión de mi elemento con el iones hacía. Trataba de no creer que el elemento pudiera ser tan radioactivo, ya que las primeras pruebas lanzaron un porcentaje tan alto que al momento de conocerlo, todos los que estábamos allí nos alejamos de la pequeña bola que brillaba dentro de la cúpula. Si esa cosa salía al aire que todo humano respiraba, era en cosas de meses o tal vez en un par de años que la vida humana terminaría de la forma más horrible que podría pasar. A mi mente acudieron las imágenes de la película I am Leyend, de Will Smith, cuando los humanos se vuelven poco menos que monstruos que comen humanos sanos, o algo así. No, mi elemento no podía causar tanto daño si detrás tenía la mejor intención de hacer un bien al planeta usando energía como la del mismo sol. Ahora había que hacer dos equipos: uno que se encargara de la cura que podríamos necesitar en caso de que por cualquier cosa el pequeño sol se expandiera por el DELUB y otro que se encargara de bajar la radioactividad mediante elementos que no alteraran la principal función del mismo. Lamentablemente ni con eso pude sacarme a Mike de en medio, alegando que él debía estar en mi equipo como ayuda para ambos, algo que no entendí hasta que Lam me explicó que él sería como un mediador entre los dos equipos ya que trasferiría información que ambos nos serviría. Con la cara llena de frustración abandoné el DELUB ese día con la bitácora casi incrustada en mis manos de la rabia que tenía.
Algún día sabría que le había hecho de malo a Mike para que fuera así conmigo, pero por ahora me conformaría, a mi pesar, con tenerlo ahí, molestando todo el rato, haciendo de mi diario vivir un horrible paso de malos ratos y ganas de llorar a cada momento. Y además, como la guinda de la torta, Sonny no estaría para hablarme, para consolarme ni para que yo tuviera un poco de tranquilidad.
Mi vida se había convertido en una basura que más que mal, ganaría el premio Nobel, pero que haría de mi vida una desgracia con millones de dólares detrás.
Al quinto día se me ocurrió la estúpida idea de llegar más temprano al DELUB para poder tener un poco de tranquilidad aunque fueran dos horas sin Mike. No podía concentrarme con él estando encima mío mirando todo lo que hacía, me ponía nerviosa y siempre erraba en los cálculos, con lo que me ganaba una mirada de burla por parte de “don perfecto” que se alejaba con paso de gran hombre. No le quedaba el zapato ni por suerte. Como iba contando, llegué muy entusiasmada creyendo que por fin avanzaría un poco en el proyecto ya que el día anterior por causa del Simio no pude hacer nada, pues pasó le día completo a mi lado anotando alguno que otro garabato inservible en la bitácora, que obviamente no leí cuando me tocó hacer lo mismo. Estoy segura de que si hubiera puesto en ese libro a la persona que me gustaba nunca se hubiera sabido, pues ninguno estaba interesado en lo que el otro escribía. La bitácora parecía un diario de vida bastante seguro, pero como nunca había tenido uno, no era preciso empezarlo justo en esos momentos en que no tenía tiempo ni para respirar. Entré al DELUB exactamente cuando mi reloj marcaba las cinco y media de la mañana. Aun estaba oscuro, por lo que prendí algunas luces de escritorio para que el guardia nocturno no se preocupara tanto y fuera a chequear a cada momento lo que, de por sí, interrumpiría lo que fuera que estaría haciendo. Dejé mis cosas en mi escritorio y revisé las notas que había dejado el día anterior para retomar el trabajo desde el punto exacto en que lo dejé, cuando una mano, sin previo aviso ni nada, me tocó el hombro.
No soy supersticiosa ni nada de eso, no me santiguo cuando pasa un muerto, ni me echo sal sobre mi hombro si la derramo, creo que la forma más segura de pasar por donde hay una escalera, es por debajo de ella, así no te llegaría nada desde arriba, y tampoco creo en que si quiebro un vidrio tendré siete años de mala suerte, porque si es por eso, ya le debo años al mundo. Pero lo que sí soy es miedosa y hasta el tuétano. Estoy segura de que si viera una película de Scooby Doo sobre monstruos me muero de un paro. Me da miedo todo, en especial las películas o los reportajes que hacen acerca de lo sobrenatural. Creo que hasta “Coraje, el perro cobarde” es más valiente que yo. Así que cuando sentí esa mano en mi hombro salté gritando de la silla y me tropecé con quien fuese que estaba detrás de mío.
Apenas veía lo que pasaba, pues los lentes que uso para estar en el DELUB se habían corrido y me apretaban los párpados, traté de ponerme en pie, pero una mano me aferraba el brazo de tal forma que estaba a centímetros del suelo sin caerme aún. Sentí que me pasaban algo por el rostro, algo peludo y frío y que me tomaban la cara y la apretaban. Grité de nuevo. Me estaban dando ganas de llorar de puro miedo, pero yo podía contenerme, aun si quería hacerme pipí del susto. Respiré y abrí la boca para tragar todo el aire posible y poder gritar de tal forma que mi voz llegara a los oídos del guardia nocturno, pero me taparon la boca. Y no fue con otra mano, si no con otra boca… ¡me estaban besando!
Yo sabía lo que era besar, a pesar de no haber sido muy popular cuando estudiaba, aquí, dentro del DELUB era bastante conocida, y se podía decir que era relativamente bonita. Había tenido uno que otro novio, con los que había estado saliendo, pero nunca duraba tanto como para llegar a enamorarme y menos sentir que me faltaba el aliento cada vez que lo veía. Siempre había querido algo así para mí, pero el trabajo en el DELUB no me lo permitía y así había tenido que conformarme, confiando en que algún día encontraría un amor que me entendiera y viera que dentro del DELUB soy un eslabón muy importante.
Ahora era diferente. Me besaban a la fuerza, y no es que quien me besara fuera malo haciéndolo, yo simplemente no quería y además tenía un miedo horrible. Si pensar le mordí el labio a la persona y oí una maldición. No reconocí la voz, pero supe que era la de un hombre. La mano que me sujetaba me soltó y caí con un golpe sordo al suelo, haciendo que los vasos y la pipetas de vidrio encima de mi escritorio sonaran. Me sobé la cabeza y traté pararme para así encender la luz, pero sabía que ya era demasiado tarde, la persona que hubiera estado ahí de seguro estaría lo bastante lejos como para escapar, pues al paso en que me levantaba y caminaba, podía llegar año nuevo sin que yo aun no encendiera la luz.
Caminé hacia la pared buscando a tientas el interruptor, pues a pesar de que las luces igual alumbraban un poco, todavía no arreglaba lo que le pasaba a mis anteojos pues una mano sostenía mi cabeza y la otra tanteaba en la penumbra lo que estaba delante de mí. Cuando por fin prendí la luz, miré hacia mi escritorio, pero solo noté lo desordenado que estaba y la silla corrida casi a dos metros de donde debía estar. Miré el reloj: 5:56 am. Fruncí las cejas tratando de creer que lo que me había pasado había sido real, pero había sido tan rápido que no lo podía asimilar. En fin, tenía que seguir en lo que había estado haciendo hace unos momentos. Ya tendría tiempo de averiguar quién había sido el que me había besado y ahí arreglaríamos cuentas. Pero cuando volví a sentarme y me arreglé los anteojos, me vinieron unas horribles ganas de llorar que no pude parar. Era indudable de que si no hubiera mordido al susodicho que me besó, ahora no sabría que estaría haciendo. Me obligué a pensar con la cabeza, tratando de encontrar algo cuerdo dentro de lo que había pasado, pero no podía encontrar nada… espera, había algo que no encajaba. Como yo conté al principio, se utilizaban sistemas para poder entrar al DELUB, eso significaba que no cualquiera entraba, por lo tanto quien había estado conmigo hace escasos minutos debía ser alguien perteneciente al DELUB. Me dolieron las tripas. No conocía a ningún salvaje dentro del edificio, bueno sí, pero no creía que precisamente “él” tendría ganas de besarla. Así que el idiota de Mike estaba fuera de la lista por descontado. Me limpié los ojos con un pañuelo y me soné la nariz, que debía estar roja como un tomate, como sucedía cada vez que lloraba o me resfriaba. ¡El guardia! El guardia debía llevar las notas de quien entraba y salía del DELUB, por lo que sabría perfectamente quién estaba a esas horas en el DELUB aparte de mí. Me levanté del escritorio ignorando la desazón que me invadió cuando supe que no podría adelantar nada del proyecto. Salí sin quitarme la bata obligatoria y sin colocarme un chaleco. La salida del DELUB queda a la vuelta de la caseta del guardia por lo que debía darme la vuelta completa antes de poder toparme con él. Caminaba abrazando mis brazos pues hacía mucho frío y mirando el suelo esperando no tropezarme con nada, dada la escasa luz que había cuando tropecé de frente con alguien. Pero esta vez no me caí, si no que fui sujetada por una mano que no dejó que mi cuerpo cayera al suelo.
Capítulo XVIII. Parte 4.
Hace 16 años
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