lunes, 12 de enero de 2009

Nobel... ahí voy. Parte 2.

Me dolía un poco la cabeza, pero en ese tipo de trabajo el dolor era normal. Miles y miles de olores diferentes y sustancias que si tocaban la piel podían darte nauseas en cuestión de segundos. Moví un poco las piernas para ejercitarlas antes de apoyarme en ellas ya que si las esforzaba a mantener mi peso podían ceder. No es que fuera gorda, pero Sonny me lo había enseñado hace un tiempo y siempre había querido ponerlo en práctica. Mike no se levantó a ayudarme ni nada. Bien, si lo hubiera intentado siquiera, el pobre no lo habría contado. Le hubiera mandado un golpe en aquellas partes que lo hubieran dejado sin hijos para el resto de sus días. Así que luego de mis flexiones de piernas las bajé al piso y me levanté.
-¿Qué hora es? –pregunté más para mí misma que esperando una respuesta del idiota. Busqué mi celular, pero no veía mi bolso por ningún lado. -¿Y mi bolso?
-Son las 11:27 AM, y tu bolso está en la oficina de Lam, si no mal recuerdo.
-Ah. –Fue lo único que dije. ¿Qué más podía contestarle?
Con un suspiro él se levantó y se acercó a mí. Me abrió la puerta, qué gentil, pensé irónica luego de que él pasó primero y me dejó a mí atrás. Salí al pasillo y caminé detrás de él. Ahora, claramente, pensaba en lo que iría a suceder. Suponía que para que Lam hubiera dejado a Mike entrometerse en los asuntos del departamento de radioactividad, algo debía haber que involucrara a un biólogo en todo este asunto de mi elemento y el proyecto. No le pregunté, obviamente. Más tarde, de seguro, lo sabría. Por un colega o por Sonny. Me dolió un poco el estómago al pensar en él, dado el reciente episodio, pero pospuse ese sentimiento ya que habíamos llegado nuevamente a la puerta de la oficina de Lam y Mike entraba dejándome a mí atrás. Otra vez.
Al entrar noté que Lam estaba nervioso. Más que antes, y que Sonny hablaba en voz baja con su hermana. Los tres pararon de hacer lo que estaban haciendo y nos miraron.
-¡Yal, que bueno que ya estés mejor! –exclamó Lam con una alegría exagerada.
-Mm, -dije levantando las cejas. –Creo que ya no volverá a pasarme.
-Más le vale –gruñó despacio Mike.
Puse los ojos en blanco y me senté en el asiento en el que había estado anteriormente. Mike se sentó a mi lado y tomó de la mesa unos papeles. Me los entregó.
-Léelos, -me dijo sonriendo –si puedes, claro.
-¿Por qué no iba a poder?
-No sé… -dijo estirándose en la silla. –Tal vez porque andas media débil…
Sacudí la cabeza espantando los deseos de patearle duro y me concentré en los papeles que me había pasado.
-¿Esto es…? –le pregunté a Lam.
-Son las medidas de radiación de elemento S cuando lo combinamos con los iones.
-¡Oh! –jadeé al comprobar que la cifra era demasiado alta.
-Por eso necesitamos de tu ayuda urgentemente –apremió Lam.
-Me imagino. –Apunté. –Y ¿para qué Mike?
-Yo, amor… -comenzó a decir el aludido, pero Sonny le interrumpió.
-Él tiene que ver el grado de problemas que causará a nuestro ambiente si los colocamos e práctica. Yo me encargo de los síntomas si alguien sufre un contacto directo del la sustancia y Dana verá la potencia de energía que esto creará.
-Oh, veo que todo está calculado…
-En tu ausencia,-dijo Mike –quiero decir, cuando te desmayaste, planificamos todo.
-Así que solo necesitamos que des el vamos y todo el DELUB se verá envuelto en el proyecto ganador del Nobel. –Concluyó Lam con una sonrisa de satisfacción.
Asentí sintiendo que estaba envuelta en algo de lo que sabía muy poco. Sonny me palmeó la rodilla y me dirigió una sonrisa. Yo le hice una mueca bastante absurda, que casi cambio a un desprecio al sentir la mano de Mike en mi hombro, pero lo contuve.
-¿Qué pasa ahora? –me quejé sin mirarlo.
-Tenemos que trabajar. –Me dijo –Supongo que no te irás a desmayar de nuevo, ¿no?
Dejé pasar el comentario y me volví hacia Sonny.
-Después hablaremos los dos, ¿OK? –le susurré.
Sonny asintió levemente. Se levantó y salió de la oficina junto a su hermana. Lam se puso en pie también y abrió un estante. Me alcanzó antes de que saliera por la puerta precedida por Mike y me dio unos papeles.
-Es una bitácora –me explicó –quiero que me documentes todos los avances que hayas tenido a lo largo de todo el proyecto.
-¿Y para mí no hay nada? –se quejó Mike.
-Puedes escribir en ella también Parodi. Aunque me interesa más lo que Yal tenga que decir, después de todo es su área.
Le agradecí con una inclinación de cabeza. Era la primera vez que me prefería antes que a Mike y eso me hizo sentir esa alegría malvada de que por fin se hacía justicia. Aunque igual Lam dejó que el cavernícola ese pudiera escribir. Tendría que hacerlo mejor que él. De eso no había duda.

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