sábado, 10 de enero de 2009

Nobel... ahí voy.

Mi mente vagaba por lugares a los cuales nunca había ido. En realidad yo me veía a mí misma, de lejos. Estaba sentada, a la orilla de un río, bajo un cielo extremadamente azul, admirando como un salmón trataba de nadar en contra de la corriente. Lo observaba absorta en sus movimientos y en el color de sus escamas cuando el sol lo tocaba con sus rayos.
El sol… pensaba… El sol, tan grande, tan inigualable, tan presente e inmortal. Yo… yo no podía…
Y cuando me acordé de lo que me habían dicho, creo que volví a la luz.
-Le voy a tirar un vaso con agua –decía una horrible voz.
-Mike, por favor… -pedía alguien a quien reconocí como Sonny.
-Estamos perdiendo tiempo valioso Sonny, no podemos dejarla descansar.
No estoy descansando idiota, me desmayé, pensé para mis adentros manteniendo mis ojos cerrados. Sonny se acercó a mí y me tomó el pulso.
-Va a despertar de un momento a otro, no tienes por qué hacerlo a lo bruto.
-Él siempre ha sido un bruto –dije apenas. Escuché el bufido de Mike y el abrir y cerrar de la puerta del cuarto.
-Tienes el poder de hacerlo enojar, -admitió Sonny mientras me ayudaba a sentarme.
-¿Me desmayé de nuevo?
-Así es, yo les dije que te dejaran descansar, pero veo que aquí señorita “me encuentro bien” tampoco me quiso hacer caso.
-Lo siento –me disculpé.
Sonny me miró un rato como si viera algo más en mis ojos, pero luego de unos segundos dejó de hacerlo y suspiró como rindiéndose.
-¿Qué pasa? –le pregunté arrugando el ceño.
-Nada… es que me preguntaba… no mejor no, déjalo así. –Y se alejó de mí. Fue a pararse junto a la puerta.
-Dime Sonny, ¿qué es lo que tienes?
-Déjalo así, Yal. No quiero enojarte más.
Sentí un nudo en la garganta, pero no de ganas de llorar, si no de la sorpresa. Sonny jamás hacía algo que me molestase, así que no entendía porqué me decía eso.
-Sonny, -lo llamé. Él me miró levantando las cejas. –Cuéntame, sabes que jamás me enojo contigo.
-Por esto, de seguro que sí lo harás.
-No, te lo prometo, no me enojaré.
Sonny arrugó la frente.
En los cinco años que llevaba conociéndolo siempre hacía este gesto cuando estaba entre dos opciones. Arrugaba la frente y se ponía a jugar con lo que sea que pudiera tener en sus manos. Él no era para nada mal parecido, al contrario, era bastante buen mozo. Las chicas, los primeros días que estuvo aquí, hacían filas y filas para ser atendidas por él, y yo también las hice, debo admitir. Pero es que es imposible dejar pasar una belleza como la de Sonny.
Mide 1.87 m., no tiene el pelo corto a lo militar, pero tampoco largo, es más bien, onda Beatles, su cuerpo es el de un atleta ya que hace natación y su rostro como el de estrella de cine. Recuerdo que me moría por él, pero luego de conocerlo y saber cómo era, me resigné solo a tenerlo como amigo. En especial cuando supe que había entrado aquí por recomendación de su amigo de toda la vida, Mike Parodi. Qué decepción.
-¿Me vas a contar o no? –le pregunté sonriéndole. Sonny se acercó a mí lentamente y cuando se sentó en la cama, lo hizo como si el peso del mundo estuviera sobre él. -¿Sucede algo malo? –le pregunté un poco preocupada.
-Oh, Yal… -Sonny se agarró la cabeza con las manos. –Lo siento, yo no quise…
-Sonny me estás asustando… -le dije inclinándome hacia él. Instintivamente él se alejó de mí. Abrí la boca, pero no alcancé a decir nada porque la mirada que me lanzó me dejó prácticamente helada.
-Me gustas.
Y en ese preciso instante el entrometido nº 1 del mundo entró en la habitación.
-¿Cómo estás querida Ilim? –dijo Mike cerrando la puerta detrás de sí. Cuando testeó el ambiente del cuarto se mordió el labio inferior. -¿Estaba interrumpiendo algo Sonny? Por que si es a Ilim a quien interrumpo me da lo mismo. –Y dicho esto acercó una silla y se sentó frente al otro lado de la cama. Sonny lo miró por encima de su hombro, luego me miró a mí y levantó los hombros.
-Creo que los dejaré para que conversen.
Mi cabeza se ladeó tratando de comprender el significado de las palabras de Sonny, “que conversen”, ¿qué tenía que yo hablar con Mike? O sea, si me dejaba sola ahora sí que me moría enserio.
-Espera, -le dije tomándole del brazo cuando él se levantó dispuesto a irse. –Tú no tienes que irte, es otro el que debería.
-¿Me hablas pequeña Ilim?
-¿Qué comes que adivinas? –inquirí irónica sin mirarlo. –Sonny, no te vayas… Añadí volviendo mi concentración hacia mi amigo.
-Es mejor que hablemos después, Yal. Cuando estés mejor.
-Pero si ya estoy bien… -le dije.
-Entonces usa esa energía que tienes para hablar sobre lo que se nos viene ahora con Mike.
-No quiero hablarlo con él –dije obstinada.
-Pues verás cariño, en el proyecto que se nos viene se necesitan dos encargados y ¿adivina quienes son?
-No me digas… -dije con un desprecio.
-Exactamente querida. Tú-y-yo.
-Great… -dije en inglés sabiendo que era en lo único en lo que podía molestar a Mike. El muy tarado no sabía nada de inglés.
-Entonces, me voy. –Sonny se deshizo de mi mano que lo sujetaba y salió.
Lo vi cerrar la puerta casi como si no quisiera de ninguna manera haberme dejado a solas con el animal éste. Y yo tampoco hubiera deseado que se fuera. Este torpe ser humano que tenía a mi lado no era más que un metiche. Y claro, como no estar feliz si de seguro que le había metido en la cabeza a Lam que él y yo éramos la pareja perfecta para este proyecto. Todo para llevarse la gloria junto a mí y a elemento.
Además no quería quedarme con esto en el pecho luego de haber escuchado la confesión de Sonny. Porque eso era una confesión ¿no? Sentí un nudo en el estómago. Me sentí triste al máximo. Yo no sentía lo mismo por él. O sea, eso fue hace mucho, ahora no tenía tiempo para pensar en eso… ¿sería por esa razón que Sonny pensó que me enfadaría? No creo que fuera por eso… debía haber algo más.
El carraspeo de un ser que pretendía ser humano me sacó de mis pensamientos.
-¿Qué quieres? –pregunté con sin ganas.
-¿Estas bien como para salir del estado de discapacitada?
-Me desmayé, no estoy así porque quiero, ¿te queda claro?
-Uy, veo que estas sensible hoy. ¿Por casualidad estarás es esos días que le dan a la mujer o algo así?
Tomé el almohadón que tenía a mis espaldas y se lo lancé a la cara. No entendía porqué me molestaba tanto y no pensaba preguntárselo. Ya me bastaba con saber que seríamos colegas en el mismo proyecto como para querer hablar más con él. Pero tenía unas ganas de patearlo en el suelo hasta que no se pudiera mover… No era que fuera una mujer con miras de asesina, bueno hasta ese momento no lo era, ahora es muy distinto… Pero no cambiemos de tema, en ese instante recuerdo que lo único que deseaba era que se largara de allí. No verlo más, no saber de él en años y creer que ya no existía en mi vida.
-Ilim… -me llamó. No disimulé mi desagrado al escuchar su voz, pero él ya estaba acostumbrado a notar que cada vez que estaba cerca de mí todo me resultaba repugnante.
-¿Qué quieres? –volví a preguntarle.
-Levántate hay mucho trabajo que hacer.

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