lunes, 12 de enero de 2009
Nobel... ahí voy. Parte 2.
-¿Qué hora es? –pregunté más para mí misma que esperando una respuesta del idiota. Busqué mi celular, pero no veía mi bolso por ningún lado. -¿Y mi bolso?
-Son las 11:27 AM, y tu bolso está en la oficina de Lam, si no mal recuerdo.
-Ah. –Fue lo único que dije. ¿Qué más podía contestarle?
Con un suspiro él se levantó y se acercó a mí. Me abrió la puerta, qué gentil, pensé irónica luego de que él pasó primero y me dejó a mí atrás. Salí al pasillo y caminé detrás de él. Ahora, claramente, pensaba en lo que iría a suceder. Suponía que para que Lam hubiera dejado a Mike entrometerse en los asuntos del departamento de radioactividad, algo debía haber que involucrara a un biólogo en todo este asunto de mi elemento y el proyecto. No le pregunté, obviamente. Más tarde, de seguro, lo sabría. Por un colega o por Sonny. Me dolió un poco el estómago al pensar en él, dado el reciente episodio, pero pospuse ese sentimiento ya que habíamos llegado nuevamente a la puerta de la oficina de Lam y Mike entraba dejándome a mí atrás. Otra vez.
Al entrar noté que Lam estaba nervioso. Más que antes, y que Sonny hablaba en voz baja con su hermana. Los tres pararon de hacer lo que estaban haciendo y nos miraron.
-¡Yal, que bueno que ya estés mejor! –exclamó Lam con una alegría exagerada.
-Mm, -dije levantando las cejas. –Creo que ya no volverá a pasarme.
-Más le vale –gruñó despacio Mike.
Puse los ojos en blanco y me senté en el asiento en el que había estado anteriormente. Mike se sentó a mi lado y tomó de la mesa unos papeles. Me los entregó.
-Léelos, -me dijo sonriendo –si puedes, claro.
-¿Por qué no iba a poder?
-No sé… -dijo estirándose en la silla. –Tal vez porque andas media débil…
Sacudí la cabeza espantando los deseos de patearle duro y me concentré en los papeles que me había pasado.
-¿Esto es…? –le pregunté a Lam.
-Son las medidas de radiación de elemento S cuando lo combinamos con los iones.
-¡Oh! –jadeé al comprobar que la cifra era demasiado alta.
-Por eso necesitamos de tu ayuda urgentemente –apremió Lam.
-Me imagino. –Apunté. –Y ¿para qué Mike?
-Yo, amor… -comenzó a decir el aludido, pero Sonny le interrumpió.
-Él tiene que ver el grado de problemas que causará a nuestro ambiente si los colocamos e práctica. Yo me encargo de los síntomas si alguien sufre un contacto directo del la sustancia y Dana verá la potencia de energía que esto creará.
-Oh, veo que todo está calculado…
-En tu ausencia,-dijo Mike –quiero decir, cuando te desmayaste, planificamos todo.
-Así que solo necesitamos que des el vamos y todo el DELUB se verá envuelto en el proyecto ganador del Nobel. –Concluyó Lam con una sonrisa de satisfacción.
Asentí sintiendo que estaba envuelta en algo de lo que sabía muy poco. Sonny me palmeó la rodilla y me dirigió una sonrisa. Yo le hice una mueca bastante absurda, que casi cambio a un desprecio al sentir la mano de Mike en mi hombro, pero lo contuve.
-¿Qué pasa ahora? –me quejé sin mirarlo.
-Tenemos que trabajar. –Me dijo –Supongo que no te irás a desmayar de nuevo, ¿no?
Dejé pasar el comentario y me volví hacia Sonny.
-Después hablaremos los dos, ¿OK? –le susurré.
Sonny asintió levemente. Se levantó y salió de la oficina junto a su hermana. Lam se puso en pie también y abrió un estante. Me alcanzó antes de que saliera por la puerta precedida por Mike y me dio unos papeles.
-Es una bitácora –me explicó –quiero que me documentes todos los avances que hayas tenido a lo largo de todo el proyecto.
-¿Y para mí no hay nada? –se quejó Mike.
-Puedes escribir en ella también Parodi. Aunque me interesa más lo que Yal tenga que decir, después de todo es su área.
Le agradecí con una inclinación de cabeza. Era la primera vez que me prefería antes que a Mike y eso me hizo sentir esa alegría malvada de que por fin se hacía justicia. Aunque igual Lam dejó que el cavernícola ese pudiera escribir. Tendría que hacerlo mejor que él. De eso no había duda.
sábado, 10 de enero de 2009
Nobel... ahí voy.
El sol… pensaba… El sol, tan grande, tan inigualable, tan presente e inmortal. Yo… yo no podía…
Y cuando me acordé de lo que me habían dicho, creo que volví a la luz.
-Le voy a tirar un vaso con agua –decía una horrible voz.
-Mike, por favor… -pedía alguien a quien reconocí como Sonny.
-Estamos perdiendo tiempo valioso Sonny, no podemos dejarla descansar.
No estoy descansando idiota, me desmayé, pensé para mis adentros manteniendo mis ojos cerrados. Sonny se acercó a mí y me tomó el pulso.
-Va a despertar de un momento a otro, no tienes por qué hacerlo a lo bruto.
-Él siempre ha sido un bruto –dije apenas. Escuché el bufido de Mike y el abrir y cerrar de la puerta del cuarto.
-Tienes el poder de hacerlo enojar, -admitió Sonny mientras me ayudaba a sentarme.
-¿Me desmayé de nuevo?
-Así es, yo les dije que te dejaran descansar, pero veo que aquí señorita “me encuentro bien” tampoco me quiso hacer caso.
-Lo siento –me disculpé.
Sonny me miró un rato como si viera algo más en mis ojos, pero luego de unos segundos dejó de hacerlo y suspiró como rindiéndose.
-¿Qué pasa? –le pregunté arrugando el ceño.
-Nada… es que me preguntaba… no mejor no, déjalo así. –Y se alejó de mí. Fue a pararse junto a la puerta.
-Dime Sonny, ¿qué es lo que tienes?
-Déjalo así, Yal. No quiero enojarte más.
Sentí un nudo en la garganta, pero no de ganas de llorar, si no de la sorpresa. Sonny jamás hacía algo que me molestase, así que no entendía porqué me decía eso.
-Sonny, -lo llamé. Él me miró levantando las cejas. –Cuéntame, sabes que jamás me enojo contigo.
-Por esto, de seguro que sí lo harás.
-No, te lo prometo, no me enojaré.
Sonny arrugó la frente.
En los cinco años que llevaba conociéndolo siempre hacía este gesto cuando estaba entre dos opciones. Arrugaba la frente y se ponía a jugar con lo que sea que pudiera tener en sus manos. Él no era para nada mal parecido, al contrario, era bastante buen mozo. Las chicas, los primeros días que estuvo aquí, hacían filas y filas para ser atendidas por él, y yo también las hice, debo admitir. Pero es que es imposible dejar pasar una belleza como la de Sonny.
Mide 1.87 m., no tiene el pelo corto a lo militar, pero tampoco largo, es más bien, onda Beatles, su cuerpo es el de un atleta ya que hace natación y su rostro como el de estrella de cine. Recuerdo que me moría por él, pero luego de conocerlo y saber cómo era, me resigné solo a tenerlo como amigo. En especial cuando supe que había entrado aquí por recomendación de su amigo de toda la vida, Mike Parodi. Qué decepción.
-¿Me vas a contar o no? –le pregunté sonriéndole. Sonny se acercó a mí lentamente y cuando se sentó en la cama, lo hizo como si el peso del mundo estuviera sobre él. -¿Sucede algo malo? –le pregunté un poco preocupada.
-Oh, Yal… -Sonny se agarró la cabeza con las manos. –Lo siento, yo no quise…
-Sonny me estás asustando… -le dije inclinándome hacia él. Instintivamente él se alejó de mí. Abrí la boca, pero no alcancé a decir nada porque la mirada que me lanzó me dejó prácticamente helada.
-Me gustas.
Y en ese preciso instante el entrometido nº 1 del mundo entró en la habitación.
-¿Cómo estás querida Ilim? –dijo Mike cerrando la puerta detrás de sí. Cuando testeó el ambiente del cuarto se mordió el labio inferior. -¿Estaba interrumpiendo algo Sonny? Por que si es a Ilim a quien interrumpo me da lo mismo. –Y dicho esto acercó una silla y se sentó frente al otro lado de la cama. Sonny lo miró por encima de su hombro, luego me miró a mí y levantó los hombros.
-Creo que los dejaré para que conversen.
Mi cabeza se ladeó tratando de comprender el significado de las palabras de Sonny, “que conversen”, ¿qué tenía que yo hablar con Mike? O sea, si me dejaba sola ahora sí que me moría enserio.
-Espera, -le dije tomándole del brazo cuando él se levantó dispuesto a irse. –Tú no tienes que irte, es otro el que debería.
-¿Me hablas pequeña Ilim?
-¿Qué comes que adivinas? –inquirí irónica sin mirarlo. –Sonny, no te vayas… Añadí volviendo mi concentración hacia mi amigo.
-Es mejor que hablemos después, Yal. Cuando estés mejor.
-Pero si ya estoy bien… -le dije.
-Entonces usa esa energía que tienes para hablar sobre lo que se nos viene ahora con Mike.
-No quiero hablarlo con él –dije obstinada.
-Pues verás cariño, en el proyecto que se nos viene se necesitan dos encargados y ¿adivina quienes son?
-No me digas… -dije con un desprecio.
-Exactamente querida. Tú-y-yo.
-Great… -dije en inglés sabiendo que era en lo único en lo que podía molestar a Mike. El muy tarado no sabía nada de inglés.
-Entonces, me voy. –Sonny se deshizo de mi mano que lo sujetaba y salió.
Lo vi cerrar la puerta casi como si no quisiera de ninguna manera haberme dejado a solas con el animal éste. Y yo tampoco hubiera deseado que se fuera. Este torpe ser humano que tenía a mi lado no era más que un metiche. Y claro, como no estar feliz si de seguro que le había metido en la cabeza a Lam que él y yo éramos la pareja perfecta para este proyecto. Todo para llevarse la gloria junto a mí y a mí elemento.
Además no quería quedarme con esto en el pecho luego de haber escuchado la confesión de Sonny. Porque eso era una confesión ¿no? Sentí un nudo en el estómago. Me sentí triste al máximo. Yo no sentía lo mismo por él. O sea, eso fue hace mucho, ahora no tenía tiempo para pensar en eso… ¿sería por esa razón que Sonny pensó que me enfadaría? No creo que fuera por eso… debía haber algo más.
El carraspeo de un ser que pretendía ser humano me sacó de mis pensamientos.
-¿Qué quieres? –pregunté con sin ganas.
-¿Estas bien como para salir del estado de discapacitada?
-Me desmayé, no estoy así porque quiero, ¿te queda claro?
-Uy, veo que estas sensible hoy. ¿Por casualidad estarás es esos días que le dan a la mujer o algo así?
Tomé el almohadón que tenía a mis espaldas y se lo lancé a la cara. No entendía porqué me molestaba tanto y no pensaba preguntárselo. Ya me bastaba con saber que seríamos colegas en el mismo proyecto como para querer hablar más con él. Pero tenía unas ganas de patearlo en el suelo hasta que no se pudiera mover… No era que fuera una mujer con miras de asesina, bueno hasta ese momento no lo era, ahora es muy distinto… Pero no cambiemos de tema, en ese instante recuerdo que lo único que deseaba era que se largara de allí. No verlo más, no saber de él en años y creer que ya no existía en mi vida.
-Ilim… -me llamó. No disimulé mi desagrado al escuchar su voz, pero él ya estaba acostumbrado a notar que cada vez que estaba cerca de mí todo me resultaba repugnante.
-¿Qué quieres? –volví a preguntarle.
-Levántate hay mucho trabajo que hacer.
jueves, 8 de enero de 2009
Súper Combinación. Parte 2.
-Sí, es que sentí un bulto en mis piernas.
-El bulto era yo. –Mike le sonrió a Lam y se apuntó al pecho. Puse los ojos en blanco cuando Lam le celebró el “chiste”.
-Déjame ver –me pidió Sonny. Se sentó a mi lado y comenzó a revisar mi pulso, me hizo seguir una luz junto a su dedo… Cosas de médicos. Cuando terminó se quedó mirándome fijamente como Mike lo había hecho antes.
-¿Qué? ¿Tengo algo en la cara?
-No. –Me respondió levantándose. Los tres hombres presentes se situaron a los pies de mi cama sin dejar de mirarme. Podía soportar a Sonny y a Lam, pero a Mike no. Tenerlo allí me provocaba nauseas.
-¿Qué miran tanto?
-¿Te acuerdas de lo que pasó antes de que te desmayaras? –me preguntó Lam.
-Creo… me dijeron lo del premio. ¿No?
-¿Y ya no te sientes tan mal como para que te sigamos explicando dado que hemos perdido unas tres horas? –esta vez Mike hablaba con un tono muy reprochador. Como si el desmayarme hubiera sido a propósito. Apreté los dientes.
-No fue mi culpa –mascullé mirándolo con furia. Él solo se rió. Cada vez que me enojaba con Mike, él terminaba riéndose, como si mi enojo le causara risa. Pues a mi no me hacia gracia.
-Sabemos que no es tu culpa, Yal. –Me calmó Sonny.
-Mike solo quería preguntarte si ya te sientes bien. Nada más. –Lo excusó Lam.
-Pues se hubiera limitado a preguntarlo de una vez, no tenía que agregar…
-Ya, ya, calma Ilim. –Dijo Mike sonriendo estúpidamente. - Ha quedado claro que no tenía la más mínima intención de molestarte. ¿Está bien?
-No. –Dije amurrándome. Sonny puso los ojos en blanco al mismo tiempo que Lam se acercaba a mí por mi lado derecho.
-¿Estarás estable si seguimos hablando?
-No, -se apresuró a decir Sonny. –No está en condiciones.
-Yo lo estoy. Me siente perfectamente.
Hubiera jurado que escuché al idiota murmurar “más le vale”, pero hice caso omiso a sus estúpidos comentarios que solo me hacían sentir más mal de lo que estaba. Lam trataba de convencer a Sonny de que no había tiempo, yo tenía que saberlo ya.
-¿Saber qué? –pregunté interrumpiendo la excusa de Sonny de que podía quedar más inconsciente de lo que ya había estado. Ambos me miraron. Entonces sin previo aviso Mike se puso a mi izquierda y me tomó de la mano. -¡¿Qué haces?! –le espeté con rabia, quitándole mi mano de inmediato.
-Está en perfecta condiciones –pronunció Mike. Con un desprecio despegué mi mirada de su fea cara y levanté una ceja para mirar a Sonny.
-Estoy bien, y no porque él –me costaba pronunciar siquiera su pronombre –lo haya dicho.
-Yal, acabas de recibir una conmoción grande, no creo…
-Sonny, vamos, he recibido peores cosas –y con mi mirada le indiqué a Mike, -creo que podré con esto.
-Bien –dijo exultante Lam, -presta atención a lo que Mike te va a decir.
-Ilim querida, gírate hacia mí por favor.
Juro que me tiritó el ojo. Lentamente me giré sin la menor intención de mirarlo. Cuando calculé que ya estaba bien, para que él me hablara, Mike me tomó de la barbilla y me levantó la cara.
-No me toques –mascullé casi en silencio para que Lam no escuchara.
-¿Qué dices? –preguntó de forma audible. Lo miré con fuego en mis ojos, preguntándome qué fue lo malo que le pude haber hecho para que me condenara de esta forma y no parara de hacer mi vida miserable cuando estaba a su lado.
-Nada, que comiences –le dije lo más suave posible.
Tenía ganas de llorar, pero no lo iba a hacer. Esperaría a estar sola y allí, a lo mejor, dejaba que mi cuerpo desahogara parte de su rabia, como lo hacía a menudo. Nunca en mi vida había llorado tanto antes de conocer a Mike Parodi. Nunca entendí porqué sus palabras siempre me molestaban tanto o porqué simplemente, él se tomaba las molestias de fastidiarme. Apreté los dientes y respiré hondo.
-Verás, Ilim cariño, encontramos algo en tu elemento S que nos causa mucha duda, pero a la vez demasiada excitación. –Su voz parecía la de un niño a punto de abrir los regalos de navidad. –Tu elemento, querida, es capaz de crear energía propia.
-Lo sabía… Mike –Si apenas pronunciaba su sobrenombre, lo de decir su nombre era un esfuerzo sobre humano.
-Lo que no sabes, es que si lo juntamos con la suficiente cantidad de iones de la electricidad normal, podemos crear energía natural… orgánica.
-Hay más de cinco energías naturales, sabelotodo. Está la energía solar, energía hidráulica, energía eólica, energía hidroeléctrica, energía geotérmica y mareomotriz. Especifica. –Le dije en tono burlón. Sin embargo ni él ni los demás se lo tomaron como broma.
-A ver, princesa.
-Ilim –le corregí. Prefería mil veces que me dijera por mi nombre a que me llamara por un apodo “cariñoso”, lo que menos quería en ese instante era sentir cariño por ese individuo.
-Princesa –continuó haciendo caso omiso a mi petición. –Vamos por partes. Nombraste siete energías, ¿Cuál podría ser?
Me concentré poniendo mi dedo pulgar en mi barbilla, como siempre lo hacía cuando pensaba o descifraba algo. De las siete que había nombrado las obviamente imposibles eran la solar, la eólica, la hidroeléctrica y le hidráulica tampoco ya que se necesitaba agua para esas y la mareomotriz menos puesto que se hace mediante las mareas del océano. La geotérmica se hace aprovechando el calor de la tierra y mi elemento era autosuficiente. Así que tampoco… pues ya no quedaba nada. Lo miré tratando de encontrar la respuesta en sus horribles ojos, pero nada. Cero idea.
-No se me ocurre, he ido descartando una por una y no me ha quedado nada…
-¿Descarte eh? –me dijo divertido.
-Creo…
-A ver Ilim, ¿por qué crees que estoy aquí?
-¿Aparte de ser un entrometido y que te encanta hacerme la vida miserable?.... No veo otra razón.
Mike suspiró.
-Mi área es la biología. ¿Cierto?
-Ajá.
-¿Qué elemento de mi área está involucrado en las energías?
-Pues todos.
-A ver, te lo pongo más fácil, ¿qué elemento, concerniente sólo a la biología humana está presente en éstas energías?
Entrecerré los ojos. La única de las energías de las que acabo de decir que se mezclaba, 100% con el ser humanos era la solar, y eso sí que era imposible. Lo miré por si me estaba gastando una broma, pero al ver su expresión supe que no. Entonces me volví hacia Sonny el cual estaba con las manos apretadas y a Lam que sonreía abiertamente.
Casi me desmayo de nuevo.
-¿Energía Solar? –balbuceé.
Y luego todo volvió a ser negro otra vez.
martes, 6 de enero de 2009
Súper Combinación.
-¿Ves? –escuché que decían. –Mejor vamos al grano ahora, porque estará así por dos o tres días más. Es mejor que comencemos al tiro.
-Calma Mike. –Oí la voz de Sonny. –A ver, dame permiso.
Sentí que Sonny cambiaba de lado con el idiota y me tomaba las manos.
-¿Yal? –llamó. Lo miré y no lo miré. Era como si estuviera en este mundo, pero no. No veía realmente. La noticia me había dejado paralizada. A lo mejor ni siquiera respiraba y por eso fue que me desmayé.
Cuando abrí los ojos estaba todo muy oscuro, tenía mucho calor y me dolían las piernas. Traté de entender qué hacía allí, acostada, en la oscuridad. Ya me morí, pensé, y no que dicen que la muerte es bella, me parece que estoy en el ataúd. Ya deliraba, o agonizaba, como fuera el caso. Concentrándome traté de recordar qué era lo que había pasado antes de que me encontrara allí. Y cuando lo hice, casi me desmayo de nuevo. Cómo era que de despertarme esa mañana hubiera pasado tan rápidamente al estado de “estrella pronto al Nobel”. Era onírico lo que fuera que me estuviera pasando.
Traté de levantarme pero el peso en las piernas no me dejaba. Estiré la mano para sacar lo que me aprisionaba con tanta fuerza, pero cuando voy tocando me doy cuenta de que no era una cosa, era alguien. Bien, perfecto, una persona muerta encima mío que no me dejaba salir y más encima que roncaba… ¿Roncaba? Si estaba muerta no podía roncar, ¿cierto? Moví mis piernas lo más fuerte posible, para que el ente presente sobre ellas supiera que ya me había despertado.
-¡Ay! –se quejó una voz masculina que, debo decir además, conocía muy bien. ¿Qué hacía Mike sobre mí?
-¡Quítate! –grité tomándole por los pelos y empujándolo lejos de mis piernas, que por lo demás estaba descubiertas casi hasta el muslo.
Mike levantó la cara extrañado. Estiró la mano hacia delante buscando algo. Tanteaba todo lo que encontraba.
-¡Esos son mis pechos idiota! –y con mi mano mandé la suya a volar.
-¡Ay! –Se quejó –Ilim, no te muevas tanto.
-¡Pues sale de encima!
-Si te quedaras quieta podría, ¿no crees?
-¡Ahora!
O sea, lo último que me faltaba, que el ser más detestable de la tierra estuviera sobre mí, y de paso ¡me tocaras mis partes! Traté de no darle vueltas al asunto ese de “tocar”, sino que me concentré en el hecho de que Mike estuviera ahí. Comencé por darme algunas ideas vagas de qué podría haberlo llevado a estar durmiendo sobre mí. Y roncando, además. Obviamente no era que me estuviera cuidando, eso estaba fuera de discusión, a lo mejor estaba… ¡Agg! No se me ocurría nada que me diera la respuesta de su presencia junto a mí. Y ahora, tratando de levantarse como lo que era, un completo idiota, y apoyándose en mis piernas…
-¡Me duele, imbécil! –me quejé. -¡Ve por donde pasas!
-Prende la luz –pidió con la voz ahogada.
-¿Por qué no lo haces tú? –inquirí.
-Porque no quieres que te toque, ¿o cambiaste de parecer?
-No… ¿dónde está?
-¿Qué cosa?
-La luz… ¡no me pises!
-Si claro, me pides que me salga, pero no quieres que te pise…
-¿Puedes intentar salir como alguien normal y no como un cuadrúpedo?
-Si prendieras la luz podría.
-¡Pero es solo una cama! Podrías tirarte al suelo y san se acabó.
-¿Y dañar mi cuerpo? Olvídalo. Prende la luz Ilim.
-No sé donde está. –Le dije obstinada. La verdad es que cualquier tipo de relación con él me ponía muy mal. En especial cuando decía mi nombre como si fuéramos amigos de toda la vida, y siempre con ese tono de “yo tengo la razón, has lo que te digo… Ilim” ¡Agg! ¡Me cargaba!
-Ilim… -llamó.
-Deja de decir mi nombre –susurré con rabia.
-¿Eh?
-Nada, -le respondí, mejor así, mejor que siga creyendo que puede hacer lo que quiera. A demás estar en contra de él, sería lo peor que podría hacer. El mundo del DELUB lo adoraba, sigue como hasta ahora, Ilim, sigue, no le des mas vueltas al asunto.
-¿Vas a prender la luz o qué?
-Espera –dije apenas.
Busqué a tientas con mis manos por donde él las había pasado antes y encontré un interruptor no muy lejos de mi brazo. Lo accioné y la habitación en la que nos encontrábamos pareció cobrar vida. Busqué al idiota de Mike y lo encontré de estómago, aún en mis piernas, mirándome fijamente.
-¿Se te perdió algo? –le pregunté irónicamente.
-Todavía no. –Y con una sonrisa apoyó las manos a los lados de mis piernas y se levantó. Le iba a decir unas cuantas cositas, pero en ese preciso momento entró Lam junto a Sonny.
lunes, 5 de enero de 2009
Elemento S. Parte 2.
-La que todos sabemos.-Convino el idiota. Lam asintió.
-Todos menos Yal.
-Ah, pero es la nada misma, -bufé de disgusto, pero Lam lo miró sin hacer ningún comentario. –Creo que deberíamos discutirlo al tiro, ya saben, “qué haremos”.
-Calma Parodi, tenemos que informar de esto a Yal, es importante.
-Como quiera. –Y se encogió de hombros.
Lo miré a los ojos preguntándome qué había hecho yo en la vida para merecerme tal trato de su parte, y lo odié más. Sonny se adelantó para mirarme por delante de Mike y me hizo una mueca de que me calmara. Traté de hacerlo, pero casi me era imposible. Lo detestaba más que cualquier cosa en el mundo, no lo aguantaba, lo quería lejos de mí y aún así, aunque todos mis deseos lo alejaran de mí, ahí seguía, a mi lado, fastidiándome hasta el cansancio. Ojala, pensé, algún día le pase algo tan malo que sólo dependa de mí… El carraspeo de Lam me hizo girar y dejar de prestarle atención al imbécil ese.
-Bueno Yal, te preguntarás que haces aquí.
-Claramente. –Le contesté. Mike ahogó una risa, pero me hice la que no le oía.
-Trataré de explicarle lo más fácil posible, sin darme rodeos ni nada.
Asentí. Me ponía muy nerviosa saber qué era lo que estaba ocurriendo, en especial, me sentía curiosa de entender qué diablos hacía Mike ahí, él no pertenecía a nuestra sección, añadiendo por demás que me refería a mí y a Sonny como “nuestra sección”. También me preguntaba qué hacía Dana en la oficina, pues tampoco su campo era la radioactividad ni elementos químicos energéticos, ella sólo se preocupaba por los elementos ya descubiertos por grandes investigadores y les encontraba la composición y si podía hallar algo para usar como energía, pero nada más.
-Su elemento, al que llamamos S, como usted lo sugirió…
-Un nombre poco científico debo acordar… -interrumpió Mike. Lam lo miró, pero no le dijo nada, como siempre. Yo apreté la mandíbula, pero seguí mirando a Lam directamente a los ojos.
-Su elemento, como dije, es el causante de que estemos ahora, aquí, reunidos.
-¿Mi elemento?... ¿Tiene algo de malo?
-Oh, no… -me dijo sonriendo. –Al contrario, creo, señorita Yaladaki, que está apunto de ganar el premio Nobel de Ciencias.
domingo, 4 de enero de 2009
Elemento S.
-¿Pasa algo? –le pregunté bajando la cabeza, para mirarlo mejor, ya que había escondidos sus ojos en detrás de esa mata de pelo que tenía.
-La esperan en el laboratorio. –Me contestó casi rudamente.
-¿Sucedió algo? –inquirí con un tono de voz más alto. Al momento se me vinieron a la mente imágenes de mis colegas sufriendo espasmos por el mal uso de algunos elementos.
-La esperan. –Volvió a repetirme.
Asentí dejando el lápiz a un lado del libro y a paso rápido me dirigí al DELUB. Mi mente trabajaba en alguna idea que respondiera a la extraña actitud del guardia, pero nada encontraba. Mientras caminaba saludaba a mis estudiantes, vale decir que me cargaba pensar en ellos como “mis estudiantes”. La idea de verme mayor que ellos me aterraba. Sólo tenía 23 años, pero me habían dado este puesto luego de presentar un proyecto tan bueno que la misma universidad en estos momentos se sostenía casi con un 10% de la luz eléctrica normal y el otro lo sustentaba el elemento químico que había creado a base de radiaciones solares. Lo llamaba Elemento S, y yo era su fundadora. Así la universidad me propuso trabajar en el DELUB, y así seguir con mis proyectos que podían beneficiarme a mí y a la misma universidad.
Continué y llegué al edificio en el que estaba mi laboratorio. Pulsé el botón del ascensor esperando a que se abriera la puerta metálica lo más rápido posible. Estaba nerviosa y cuando me ponía así, las piernas me tiritaban y me veía bastante ridícula. A mi lado se oyó una risa ahogada que reconocí al momento. Apreté mis puños colocando a ambos pegados a mi costado para no propinar el golpe que siempre había querido darle al que, hasta ahora, seguía siendo mi peor enemigo.
Mike Parodi.
Fue mi compañero cuando estaba estudiando y lo era ahora. Su proyecto biológico de crear una granja orgánica dentro de la universidad a base de abono artificial, le había guardado un puesto, al igual que yo, en el DELUB. Lo detestaba, siempre buscando la manera de fastidiarme. Cuando gané el premio de mi proyecto energético, él fue el primero en estar en contra, y no se molestó en decirlo en voz baja o por una carta, como lo haría alguien sensato y con clase. No, él lo gritó a los cuatro vientos, dejándome avergonzada delante de las autoridades de la universidad y de mis padres que habían ido a verme. No lo aguantaba para nada, pero no sé porqué siempre que estaba sola, aparecía para molestarme con errores que había cometido en el laboratorio, como cuando dije que el contenido de un frasco que había dejado en la mesa de un amigo era comestible, pues yo misma había visto los pepinillos dentro. Por supuesto, él apareció de la nada diciendo que estaba completamente equivocada y que lo que había dentro eran babosas.
-No se mueven –había dicho yo tomando el frasco y acercándolo a su cara. Él con repugnancia lo tomó. Lo giró lentamente delante de sus ojos y sonrió.
-Son babosas, Ilim. –Dijo pasándole el frasco a Sonny, mi mejor amigo y el Doctor del DELUB.
Sólo él me decía por mi nombre, menudo patudo. Sonny lo miró detenidamente y con una mueca se dirigió a mí.
-Son babosas Yel. –Hice un mohín y me fui del laboratorio a la sala de clases.
Siempre me hacía lo mismo, entraba por cualquier parte rebatiendo todo lo que decía. Y la mayoría de las veces tenía razón. ¡Y cuánta rabia me daba! Por eso no lo golpeaba en medio de la cara, por eso no le escupía, por eso es que lo dejaba hacer de todo sin decirle nada. La universidad lo adoraba, pero solamente yo y él sabíamos qué clase de persona se escondía detrás de esa máscara de inteligente súper amable.
Hice como que no lo había visto y mis ojos no se movieron de la puerta metálica, que claramente, no tenía ganas de abrirse por nada del mundo. Escuché la risita molesta nuevamente, pero no hice caso. Cuando la puerta se dignó a abrirse, yo ya perdía los estribos y temblaba más de la cuenta, para colmo la risita estúpida no paraba. Cuando Mike quería ser cargante lo hacía parecer insoportable, pero años de entrenamiento mejoraban mi tolerancia, y ya no le tomaba tanta atención como antes.
-Buenos días, Ilim –me dijo cuando entró al ascensor detrás de mí y tuve que mirarlo obligadamente.
-Mm –fue lo único que le respondí. La voz apenas me salía cuando estaba enojada, y menos cuando tenía temblores en las piernas que, recordando, se debían a que algo raro estaba pasando en el DELUB.
-¿Sabes lo último? –me preguntó. Asentí mientras la puerta se cerraba y apretaba le botón de número 7. -¿Lo sabes?
No tenía la más mínima intención de contestarle la verdad y admitir que estaba completamente como una ignorante en lo referente a lo “último” que estuviera pasando, ya me bastaba con su sola presencia, para más encima tener que aguantar su burla cuando supiera la verdad.
-Sí. –Mentí.
-Mentirosa, si lo supieras no estarías así de tranquila. –Noté en su voz el tono de la mofa. Apreté los dientes.
-¿Me lo vas a contar? –inquirí irónica.
-No, obviamente.
-Entonces no te interesa si lo sé o no.
-Si tú lo dices…
Detestaba entablar conversaciones con él, me hacía sentir que a lo mejor, en algún punto de nuestras vidas, podríamos habernos llevado bien, y la sola idea me repugnaba tanto que sentía nauseas.
Con la punta de mi zapato golpeando el suelo metálico del elevador conté hasta 15 antes de que la puerta se abriera en el piso 6 en donde, gracias al cielo, Mike se bajaba. Tres tiempos más y la puerta se abrió para mí. Casi me dio un infarto cuando escuché el murmullo de asombro que recorrió cuando estuve dentro del laboratorio. Miré a ambos lados por si alguna cara reflejaba lo que fuera que estuviera pasando, pero nada. Busqué a Sonny en su habitual puesto y no lo encontré.
-¿Qué sucede? –dije apenas con un hilo de voz.
En ese momento el elevador volvió a abrirse y entró Lam, el jefe del DELUB. Se detuvo a mi lado y yo moviendo mi cabeza apenas lo miré de reojo. Lam me sonrió y me indicó que lo siguiera.
Me sentía muy incómoda dado el hecho de que cuando pasaba al lado de mis colegas oía murmullos muy bajitos y miradas de sorpresas. Podían haberlas disimulado un poquito siquiera, pero nada de eso… y yo ignorante de todo. Perfecto.
Lam me llevó hacia su oficina, me abrió la puerta. Dentro se encontraba Sonny y Dana, su hermana. Ambos me miraron con ansiedad.
Ahora sí que no entendía nada. Primero, el guardia me recibe nervioso y hosco, segundo, el idiota de Mike se ríe de mi ignorancia, tercero, todos me miran como bicho raro y por último, me encuentro en la oficina de Lam con Sonny, el doctor, y su hermana, experta en energía renovable. Ahora sí que tenía un caos en el cerebro. Estaba segura que de un momento a otro me saldría humo por las orejas.
Lam me invitó a tomar asiento y así lo hice, junto a Sonny, que luego de mirarme con los ojos entrecerrados volvió su vista al frente donde Lam tomaba asiento.
-¿Alguien sería amable de prender el ventilador por favor? –pidió Lam. Instintivamente me levanté. –No, tú no Yal, Dana, por favor.
Dana se levantó sin le menor ruido y prendió el ventilador. El aire fresco me puso la carne de gallina.
-A excepción de ti, creo que todo el mundo aquí tiene la temperatura más alta en estos momentos. –Me explicó Lam, que seguramente vio en mi cara la pregunta de qué demonios hacían prendiendo el ventilador en pleno invierno.
-Ah. –Asentí.
Y a eso le siguió un silencio en el que solo se escuchaba mi zapateo en el piso. Costumbre que pone nervioso a los que están a mi alredor, por lo que muy luego sentí la mano de Sonny en mi rodilla deteniendo lo que mi pie, inconscientemente, estuviera haciendo.
-Basta –me pidió.
-Oh, perdón. –me excusé.
-Bien… -comenzó a decir Lam –creo que no podemos esperar más.
-Lam… -llamó Sonny. –Tenemos que esperar.
-¿Esperar? –pregunté yo mirando alternadamente a Sonny y a Lam. -¿Esperar a quién?
En ese momento la puerta de la oficina se abrió y entró el ser más detestable de la tierra.
-Genial, -murmuré con un desprecio. Sonny lo notó, pero sonriendo se levantó a recibir a Mike.
-Menos mal que llegaste, pensaba que te habías quedado dormido.
-¿Y perderme la cara de Ilim cuando sepa la noticia? Ni Loco.
Nunca sabré cómo es que a Sonny le cae tan bien Mike, si sabe cómo es él conmigo. Lam carraspeó dando a entender que bastaba de charla y que quería ir al punto rápidamente.
-Asiento. -Ordenó.
Para mi mayor agrado y comodidad, Mike se sentó justo a mi lado. ¡Bravo! Lo que me faltaba, ahora sí se burlaría con más fuerzas al ser yo la única idiota que no sabía qué diablos pasaba en el DELUB.
sábado, 3 de enero de 2009
Prólogo
Me llamo Ilim Yeladaki, soy una científica, o al menos eso creí que era. Trabajo en el departamento de elementos químicos y allí me desempeñaba bien, hasta ahora, claro. No quiero referirme a eso aún, no antes de explicar con detalles lo que mi cabeza planeaba hacer y lo que realmente sucedió. Soy de lo peor, es más, no debería existir.
Mi trabajo consiste en analizar nuevos elementos que son hallados o creados por mis colegas. Me dedico en especial a medir la capacidad de radioactividad de cada uno de ellos y sin son peligrosos para la humanidad. Es un trabajo demasiado importante que no se puede mirar en menos –mi error –y que puede causar estragos a niveles insospechados.
La radioactividad desde innumerables años ha sido la causante de mutaciones y creadora de enfermedades. Por eso es que tenemos que usar trajes y todo tipo de aislación existente para los que como yo, trabajamos en eso. Si nos llegara un poco de la radioactividad que manejamos, ahora no estaría contando esto… bueno, aunque no me quede mucho tiempo. Lo mejor será que esto llegue a manos de los que como yo quieren un mundo mejor sin gastar nuestros recursos materiales, ya que de por si, tenemos la inteligencia para crear lo que necesitamos… ahora bien, si las cosas salen mal quedarán como yo, como una asesina.
Bueno, comenzaré contando como todo sucedió, desde el principio, desde que creía que podía cambiar la historia, desde que aún era respetada, y aún no conocía al recordatorio viviente.