viernes, 3 de abril de 2009

Proyecto S. Parte 2

Le sostuve la mirada bastante rato. La luz no nos llegaba, dada la posición en la que nos encontrábamos, aun así podía verle los ojos perfectamente.
-¿Me vas a responder o qué? –me apuró.
-Estoy pensando. –Le respondí. La verdad es que sabía todo lo que quería decirle, pero tenerlo allí, encima de mí, me hacía las cosas un poco más difíciles de lo normal.
Noté que se reía.
-¿Qué es tan gracioso? –le espeté.
Mike cerró los ojos y yo por hacer algo, bajé la mirada a sus labios que aun conservaba la herida. Tragué saliva. La idea de que él había sido quien me había besado, volvía de vez en cuando. Cada cierto tiempo mi mente me lanzaba interrogantes como: ¿Y si hubiera querido molestarte? Por que esa es una forma bastante directa de hacerlo. ¿No crees? Yo no lo creía por supuesto. La mente de Mike no era tan retorcida como para hacerme eso. Tal vez le gustaba molestarme, eso sí, pero no al extremo de besarme a la fuerza. Suspiré. Entonces Mike abrió los ojos.
-¿Ya pensaste?
-Bueno, sí.
-¿Y?
-Trato de alejarme de ti porque no veo la razón de que estemos cerca. Nada en ti me atrae, por lo que no me interesa estar contigo. ¿Me entiendes?
Se lo dije de la manera más normal que pude, pero no dejé de notar que la voz se me quebraba de la rabia. Creo que Mike también lo notó, pero no dijo nada. Se limitó sólo a reír.
-¿Ahora podrías salir de encima mío?
-Otra cosa –dijo.
-¿Otra? –pregunté con un evidente tono de fastidio.
-¿Te sientes sola?
Lo miré de golpe, pues había desviado la vista cuando le dije que me cargaba su presencia. Mike sonreía de oreja a oreja. Parecía que había ganado la lotería o algo por el estilo. Entrecerré los ojos.
-No, no me siento sola.
-No mientas.
-Tú no te metas. –Respondí rápidamente. Mike se acercó más a mí. Casi sentía el roce de su barbilla sobre la mía. Miré hacia el lado. No iba a involucrarme en su jueguito.
-Te sientes sola y lo sabes.
-¿Qué pretendes preguntándome eso? –le espeté con rabia, aun sin mirarlo.
-No me cambies el tema. Responde.
-Ya te dije, no me siento sola.
-¿Segura?
No entendía nada de a lo que Mike quería llegar. ¿Para qué me preguntaba esas cosas? Cerré los ojos. No iba a hablar con él hasta que no saliera de encima. Mike se movió un poco. Parecía que su cuerpo ya estaba incómodo de tanto estar sobre el mío.
-¿Por qué no te sales y ya? –inquirí en un susurro.
-Por que no podría hablar contigo –me respondió.
-Nunca hablamos, no tendríamos porqué hacerlo ahora.
-Por lo mismo, Ilim. Necesitamos hablar.
-No.
-Sí.
Me estaba poniendo de los nervios. Sentía mis manos tiritar de la rabia.
-¿Tanto me odias que me haces sentir el ser más miserable de la tierra? –murmuré sin contenerme. Si él quería hablar en serio, pues bien, ahora era mi turno de preguntar.
Lo sentí removerse incómodo. Sentir todo su cuerpo sobre el mío no ayudaba para nada a calmarme.
-No te odio –musitó.
Abrí los ojos de golpe. ¿Había escuchado bien? ¿Qué Mike no me odiaba? Claro… y las vacas volaban. Me reí. Comencé con una risa carente de sonido, sólo para mí, pero luego se convirtió en un desahogo. Me dolía la garganta de sólo reírme. Mi cuerpo convulsionaba a causa de mis carcajadas y no podía parar ni siquiera para respirar. No era una risa de felicidad ni nada parecido, al contrario, me reía para borrar lo que Mike me había dicho. O, para hacerle entender que no creí lo que me dijo y que lo tomaba más como una broma que como una burla. Y de pronto me sentí libre, pude respirar hasta el fondo y moverme hacia los lados sin tener el peso mutante de Mike encima de mí. Ahí creo que las risas pararon.
Abrí los ojos y lo busqué, pero no lo encontré. Me volví hacia mi costado y me quedé así por un rato interminable. No sé cuanto tiempo estuve hablando incoherencias que ni yo entendía, lo único que sé es que cuando sentí una mano en mi hombro casi grité del susto.
-¿Estás bien, Yal?
Me incorporé y vi que todos los integrantes del DELUB habían vuelto del almuerzo y me miraban como si yo fuera algo radioactivo. Me puse colorada. Sonny estaba a mi lado, sostenía mi espalda, seguro de que me caería de un momento a otro.
-¿Qué sucedió? –preguntó Dana.
Alcé la vista preguntándome lo mismo. ¿Qué había pasado?

No hay comentarios:

Publicar un comentario